Antonio Balsalobre y su remesa de articulillos independientes

Brassens

Escucho a Brassens desde que era adolescente. Incluso he utilizado alguna de sus canciones en clase como recurso didáctico. Nunca mejor que ahora, que se conmemora el centenario del nacimiento de este cantautor libre e insumiso, anarquizante e iconoclasta, para volver sobre sus dos o tres docenas de canciones que forman parte de lo más granado de la ‘chanson française’. La más conocida para el público español es sin duda “La mala reputación”, versionada por Paco Ibáñez y convertida en himno incómodo de la Transición. Canción culta, fue censurada en 1952 en la radio francesa y popularizada luego en todo el mundo. En el escenario, solo le acompañaban el sonido de su guitarra (a la que le sacaba armonías inigualables, le oí decir en Cieza a Paco Ibáñez) y unas letras bellas y corrosivas. Pocos juglares, a decir verdad, le han cantado con más libertad a la libertad.

Mar Menor

Personalidad, lo que se dice personalidad, hace siglos que el Mar Menor la tiene. Y sobradamente. No en vano es un lugar único, probablemente la laguna salada más grande y bella de Europa. Y no por casualidad se está haciendo eco la prensa extranjera de su lenta agonía (“Un lugar idílico, decía Le Monde, el martes, si no hubiera sido masivamente urbanizado y contaminado por toneladas de nitratos”). Lo que necesita ahora, además de ese carácter único que le ha dado la naturaleza, es que se le dote de personalidad jurídica. “Porque tiene derecho a defenderse”, argumenta Teresa Vicente, gran impulsora de la Iniciativa Legislativa Popular que acaba de presentar 639.826 firmas en la Junta Central Electoral para tal fin. Mientras que la sociedad civil se moviliza contra las políticas depredaras, Miras pide que se declare la laguna zona catastrófica. De la catástrofe medioambiental producida por más de veinticinco años de gobiernos del PP en la Región, querrá decir.

Infantilismo y silencio

En los momentos difíciles para el partido, el argumentario del PP suele tirar de dos líneas. La culpa es de Sánchez y “no comment”. Que el Mar Menor agoniza después de veinticinco años de política “popular” ecocida, pues ya se sabe de quién es la culpa: de Sánchez. Que la Audiencia Nacional acaba de avalar definitivamente la autenticidad de los papeles de Bárcenas y de condenar al PP por el pago en negro de la obra de la sede de Génova, pues “no comment”. Ya está todo dicho sobre el tema, según Casado y Gamarra. Extraño programa de gobierno para un país. Sacudirse puerilmente responsabilidades, acusar a los demás de los errores propios, o  simplemente dar la callada por respuesta ante casos de corrupción de una gravedad extrema. Ni España ni los españoles se merecen este infantilismo y este silencio.

Mi mano en tu hombro

Sonrientes, se dieron un apretón de manos. Luego el presidente de los Estados Unidos posó su mano derecha sobre el hombro izquierdo de Sánchez al tiempo que éste sostenía su brazo y charlaban amistosamente. El encuentro, antes de tomar asiento, fue breve. Tanto o más de lo que tarda Adamo en cantar su canción ‘Mis manos en tu cintura’, que es lo recordaba esa impronta. Un baile casi pegado entre dos “aliados” que “cuentan con una excelente relación”, según el presidente del gobierno. Dejémoslo estar. Algunos hubieran preferido un “tufío” como el que le dedicó Trump, pero se quedaron con la gana. A Biden nos indujo a desearlo, más que a quererlo, ese “loco” del Capitolio. Aplaudimos hace un año su victoria y nos complace que trate con afecto a nuestro presidente. Y es que después de Trump, cualquier tiempo venidero tiene que ser forzosamente mejor.

 

 

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